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Es Hora de Recuperar tu Identidad: Combatiendo el Síndrome del Impostor

  • Foto del escritor: Naomi Cordero
    Naomi Cordero
  • 2 feb
  • 3 Min. de lectura


Hoy te hablo a ti, mujer. En un mundo que constantemente demanda más de nosotras, a veces resulta difícil abrazar nuestra verdadera identidad, la que Dios nos ha dado. Nos vemos envueltas en  múltiples roles: madres, hijas, amigas, profesionales. Con cada uno de ellos llega una exigencia que, si no se maneja con cuidado, puede desdibujar la forma en que Dios nos ve.


A menudo olvidamos que no somos lo que hacemos, sino lo que somos en Él (Efesios 2:10). En medio de tantas responsabilidades, es fácil caer en la trampa de creer que no somos suficientes, que no estamos a la altura, que necesitamos demostrar nuestro valor. Este sentimiento es conocido como: "síndrome del impostor" y nos hace sentir como si nuestra identidad estuviera en nuestras manos y no en las de Dios. Pero sabes una cosa: no importa cuánto el mundo intente "encajonarte", tu valor viene del hecho de ser hija de Dios, una mujer virtuosa y un tesoro de su creación.


Dios no nos pide que seamos más fuertes de lo que ya somos en su gracia (2 Corintios 12:9). Él nos llama a vivir en libertad, desde la esencia con la que nos creó. Abrazar nuestra identidad en Él significa recordarnos diariamente que somos preciosas a sus ojos, incluso cuando nos sentimos pequeñas o incapaces.

"Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud." Gálatas 5:1

En la Biblia, Dios nos dice: "Eres preciosa a mis ojos, digna de honra, y yo te amo" (Isaías 43:4). Este es un recordatorio constante de que nuestra identidad no depende de lo que otros piensen, ni siquiera de lo que logramos o no logramos. Nuestra identidad está anclada en quiénes somos a través de Cristo.





El desafío de vivir desde esta identidad

Hay días en que nos sentiremos agotadas, cuando dudemos de nuestra capacidad para seguir adelante. Pero en esos momentos, recuerda que no estás sola: Dios camina contigo.

Mírate en su espejo y no en el del mundo. En Romanos 12:2 el apóstol Pablo nos invita a que "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta".


Te aseguro que el mundo siempre verá imperfecciones, pero Dios ve una obra en proceso, una mujer en quien Él ha depositado sus dones y propósito. Cuando el mundo te diga que no eres suficiente, vuelve tu mirada a Él y di: “Soy hija de Dios. Soy su obra perfecta. Mi identidad no puede ser robada ni debilitada.”

"Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad." 2 Corintios 3:17
Él no te pide perfección, sino autenticidad.

No quiere que sigas los patrones del mundo, sino que recuerdes que te formó a su imagen. Hoy te invito a recuperar tu identidad en Él, a liberarte del peso de las expectativas externas, y a caminar con la certeza de que no necesitas buscar en el mundo lo que ya tienes en Dios. Que tus días sean vividos desde la seguridad de saber que eres profundamente amada y valorada por quien realmente importa. Dios no hace errores, y tú eres la prueba de ello.



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