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La hospitalidad como un don

  • Foto del escritor: Naomie Cordero
    Naomie Cordero
  • 12 may
  • 2 Min. de lectura

La hospitalidad de Cristo
La hospitalidad de Cristo

Hace poco, mientras estudiaba la palabra hospitalidad, algo me llamó la atención. Siempre me ha parecido una palabra bonita, pero esta vez quise entenderla mejor y ver cómo se aplica realmente en el contexto cristiano. Y en ese proceso descubrí cosas que me hicieron reflexionar profundamente.


Me di cuenta de que la hospitalidad no es solamente un acto puntual o algo que hacemos de vez en cuando. Debería ser una actitud constante en nuestra vida como creyentes, algo que buscamos desarrollar y vivir día a día. Romanos 12:13 indica que debemos contribuir "para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad".


Casi siempre relacionamos la hospitalidad con abrir las puertas del hogar (Hebreos 13:2), con dar algo material o suplir una necesidad (Mateo 25:35). Y claro, eso también es parte. Pero mientras estudiaba esta palabra, entendí que va mucho más allá. Tiene que ver con abrir el corazón, con hacer que las personas se sientan cómodas, escuchadas, sostenidas.


Me puse a buscar más, y encontré muchos ejemplos en la Biblia donde personas mostraron hospitalidad al ver la necesidad de otros. Me pareció hermoso descubrir que el significado bíblico tiene que ver con amar a un desconocido, a alguien que no conoces y que no necesariamente puede devolverte el favor. La hospitalidad nace del corazón.

Y como dijo Jesús, hay que dar sin mirar a quién (Lucas 6:38).


Uno de los ejemplos que más me impactó fue cuando Jesús convirtió el agua en vino en las bodas de Caná. Él no tenía por qué hacerlo. Lo hizo porque sabía que eso haría la diferencia para que la celebración pudiera continuar con alegría. Otro momento que me tocó fue cuando Jesús alimentó a las multitudes. Sabía que venían de lejos, que muchos habían caminado por horas. No tenía que darles de comer, pero no podía ignorar la necesidad.

Cuando los discípulos preguntaron qué iban a hacer, Jesús respondió: "Denles ustedes de comer" (Lucas 9:13).


Jesús siempre buscaba soluciones. Me atrevo a decir que toda la vida de Jesús fue un ejemplo de hospitalidad. A donde Él llegaba, las personas se sentían bienvenidas. Encontraban consuelo, compañía, escucha. Eso, para mí, es la hospitalidad más hermosa.


Y por eso escribo esta columna. Porque creo que no podemos reducir la hospitalidad a una acción puntual. No es solo algo que hacemos cuando hay visitas o cuando alguien lo necesita. Es algo que debe reflejarse en nuestra forma de vivir. Que cada persona que se acerque a nosotros pueda sentir que hay un espacio seguro, un corazón abierto, alguien que los ve con amor.


La hospitalidad es un don, sí.

Pero también es una forma de amar.

Y ese tipo de amor… es el que Jesús vivió y nos enseñó.


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