top of page

Pronto llegará tu año de remisión

  • Foto del escritor: Naomie Cordero
    Naomie Cordero
  • 30 jul
  • 2 Min. de lectura
ree

Hay temporadas que se sienten eternas. De pausa, de dolor, de incertidumbre y de constante aflicción. Momentos en lo que el corazón se llena de preguntas y en los que uno llega a pensar que esa petición tan anhelada quizá nunca llegará. Porque así se siente: como un reloj de arena pesado, lento, y sin señales de cambio.


En esos momentos tan duros, nos preguntamos: "¿hasta cuándo?" "¿Cuándo llegará el día en que me toque a mí?". Esa pregunta me la he hecho muchas veces. Porque, aunque he recibido cosas hermosas de parte de Dios, siempre quedan peticiones en el corazón. Peticiones profundas, íntimas, de esas que uno solo lleva en oración a la presencia del Señor. Esos anhelos permanentes que siguen ahí... esperando su momento. Y la verdad es que nada supera ese instante en que por fin llega aquello que has orado en silencio. Con el tiempo, he comprendido que Dios desea obrar en nuestra vulnerabilidad para su gloria.


Este tema de la remisión llamó mi atención y tocó profundamente mi corazón. Sobre todo, una frase resuena con fuerza desde que la escuché: "Pronto llegará tu año de remisión". Ese término, que en la Biblia se usaba para hablar del año en que se perdonaban deudas, se liberaban cargas y se traía descanso al pueblo (Deuteronomio 15), hoy lo siento como una promesa renovada. Comprendí que la remisión de Dios no quedó en el pasado. Dios sigue siendo el mismo: el que perdona, restaura, protege, bendice y da mucho más de lo que esperábamos.


Eso me devolvió la esperanza y quiero que también te la devuelva a ti. Porque si tú también estás esperando, si te has hecho mil veces la pregunta “¿Cuándo me tocará a mí?”, si has sentido que das todo y aún no ves nada… esto es para ti. Dios tiene un tiempo perfecto. Un momento exacto, divinamente calculado, para recompensar el esfuerzo, el trabajo, la entrega, la espera. Y cuando ese tiempo llegue, sabrás que Él nunca te olvidó. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.” (Salmo 126:5).


Así que no pierdas la fe. No abandones la promesa. No sueltes lo que Dios ya te habló. Después de tanto, sí… pronto llegará tu año de remisión. Y cuando llegue, mirarás al cielo con júbilo, y gratitud por esa promesa cumplida. Y sabrás con certeza, que Dios siempre fue bueno.




Comentarios


  • Youtube
  • Facebook
  • Instagram
Iglesia Carismática Cristo Redentor Inc. Nos reservamos el derecho de admisión.@2024
bottom of page